Maduro ya no suena tan desafiante como antes. Incluso cuando amenaza, al mejor estilo de Chávez, suena débil, poco contundente y poco creíble. La verdad es que Maduro no asusta no sólo porque no tiene las cualidades de comunicador de Chávez. Nicolás no asusta porque no tiene ya la chequera "infinita" para chantajear a empresarios con la palanca de las divisas. El gobierno no tiene suficientes dólares (misterio de los misterios en un país exportador de petróleo), así que Maduro se tendrá que tragar sus amenazas para que los venezolanos puedan comer. Pide cacao, y quién sabe, si una polarcita.
Twitter: @rougealevre80
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